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Your Money Your Life, La bolsa o la vida según Google

Comentaba en el anterior post que Google había hecho público un documento con sus General Guidelines«, sus «Reglas Generales» para informar de los requisitos, características, propiedades, sentido, objetivos, etc etc que tenían que tener una página Web para que pudiera aparecer en las primeras posiciones de los resultados de sus búsquedas. 

Uno de los aspectos más importantes de ese manual es el referente a lo que llaman Your Money, Your Life, lo que en castellano viene siendo La Bolsa o la Vida.

Con esta frase antológica Google se está refiriendo a aquellas actividades que tienen un interés vital e importante en nuestra existencia, tanto como personas, como consumidores.

Dependiendo de la actividad a la que se dedique nuestra Web, Google la catalogará si entra en las categorías: Your Money, Your Life. Así, encontramos las siguientes categorías:

¿Cuáles son las categorías delicadas que hacen que Google extreme su cuidado y observancia?

–> Páginas donde se pueda comprar o se puedan realizar transacciones financieras.
–> Web dedicada a información médica: asesoramiento en salud, medicina, nutrición, etc.
–> Páginas Web de información legal: divorcios, custodias de hijos, testamentos, entre otras muchas, como cabe imaginar.

En definitiva, páginas en las que, de alguna manera, el contenido disponible o las acciones que realizáramos en ellas, pudieran afectar a nuestra «futura felicidad, salud o riqueza«.

Estas serían unas categorías principales, pero también se contemplan otras actividades como la adopción de niños o los seguros de coche.

Pues bien, como es de imaginar, Google califica con detenimiento estas páginas debido a las consecuencias que, de hecho, tienen al ser visitadas por los usuarios.

Google el árbitro de Internet

De nuevo Google se arroga la facultad de hacer de árbitro en la clasificación de los resultados en función de un criterio personalísimo.

Que no digo que no sea bueno o acertado, solo que como no se cita en detalle cómo discrimina las páginas en este sentido, siempre quedan dudas.

Dudas de que su robot sea capaz de discernir los dominios bienintencionados de los que no; por no decir que el criterio filosófico sea o acertado.

Como es lógico, Google puede hacer lo que quiera, se ha impuesto como el gran hermano, perdón, el gran buscador y el mundo entero, de uno a otro confín, lo utiliza y parece que lo seguirá utilizando. ¿O no?

Siempre nos queda esperar que sus «acciones manuales», de las que ya hablaremos convenientemente, sean óptimas. Aunque, bien mirado no se sabe qué es peor si un robot programado por un hombre o un hombre. Al menos en este caso.

 

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